Es invisible, desgraciadamente impredecible.
¿La cruzamos? No tenemos ese poder, somos unos mandados.
Entonces, ¿a qué jugamos?, ¿qué esperamos?
Quizás lo mejor que podemos hacer es olvidarnos ciegamente de su existencia, quedando a la espera de que ella misma se presente llamando a la puerta.
Que lo hará, porque eso es inevitable.
Nada dura para siempre; eso, créeme, es fundamental asimilarlo.
Acéptalo o no podremos avanzar.
Sabemos que tras la línea podemos ver toneladas de amores destrozados, desencantos, desilusiones y mucha muerte.
Porque todos mueren, todos morimos.
Y me preguntas por qué te cuento todo esto ahora, precisamente ahora.
Pues porque es el mejor momento de nuestras vidas, y sin ninguna duda, el mejor momento para asimilar toda esta mierda.
Así que, como siempre hacemos, juguemos, y que el transcurrir de los días marque las reglas.
