La rompimos.

Rompimos la noche
rompimos la cordura
rompimos con la dulzura de los besos y reproches.

Aquella noche de septiembre rompimos con la vida
y con la muerte, con el bien y con el mal,
con el principio de la historia y con el amargor de su final.

El salto

Continúo viendo demasiado lejos la otra orilla del río por la que nos quieren hacer cruzar, además la corriente es cada vez mayor y por si fuera poco la prolongada lluvia de estos últimos años no hace más que enfurecerlo todavía más.
Lo único positivo es que cada día que pasa voy retrocediendo un poquito, retrocediendo sí, pero sobre mis propios pasos, aumentando así la posibilidad de coger la carrerilla apropiada para dar el salto de mi vida.

Esquivar sin mirar

Ni quiero, ni puedo, ni debo,
ni lágrimas me quedan,
ni cabreos, ni aliento.

Que de sangrar mi corazón
aprendió a no respirar,
a esquivar sin mirar.