martes, 1 de octubre de 2019

Siempre fuertes



No hubo tiempo,
ni razones,
ni pinceles.

No hubo miedo,
ni bajones,
ni aranceles.

Nos atropelló,
nos desahució,
y nos dejó atados. Ese fue su perdón.

Todavía lo recuerdo perfectamente:
no hay recodos,
no se tambalea,
se ríe del paso del tiempo,
se sabe un momento inmortal.

Y no, ya lo sabes:
no hay miedo.
Siempre fuertes.