Los oídos ciegos
desangrándose por los ojos.
Música violada, mutilada,
te dejan morir a través de las ondas,
y nadie rompe el cielo.
Y ahora siempre es lo mismo:
diferentes sombras de un mismo sol,
código de barras sin emociones,
siluetas perfectas que ahora cantan,
que ahora juegan con canciones.
Imaginación encarcelada:
se prohíbe soñar despierto.
Supermercados musicales sin corazón,
y al fondo del pasillo bajo la luz roja,
miles de discos mueren en un cajón.
La rabia nos la dieron para gritar,
para despertar sin miedo,
para dejar de morir de nuevo.
La radio silba en su locura,
deshojando recuerdos, sin luz a oscuras.
Las miradas caen al suelo,
son pisoteadas y barridas por dinero.
La ilusión se ahogó en su llanto.
Ahora los acordes siempre nacen tristes,
ahora las canciones ya no son de sangre.