miércoles, 7 de agosto de 2013

El deseo


Pedimos el mismo deseo a la vez,
rodeados de hijos de puta.
Clavamos nuestras miradas en la guerra de te quieros
que libraron tu boca y la mía.

Ya está todo sellado, firmado y olvidado.
Los casquillos en el suelo nadan en sangre aún caliente,
y si las paredes hablaran, también tendrían que morir.

El amor no va de poemas, ni corazones, ni puestas de sol.
El amor es algo más sucio: es a quemarropa y siempre duele,
y solo así, con ese dolor, podemos afirmar que seguimos vivos.

Y ahora, que sigan nuestro rastro:

dejamos alma y sudor sobre la cama, la ducha, el sofá,
la cocina, el pasillo…


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