Una vez estalló la
bomba todo se tranquilizó. Los añicos saben cual es su trabajo y lo
hacen a la perfección. Esta vez tocaba, no podíamos perder siempre.
El tiempo pasaba y
todo era un fundido en negro, sin luz, sin aliento, parecía que
volvíamos atrás, al miedo, al dolor, la pesadilla volvía a coger
sus pinceles. Meses y más meses en el filo te hacen perder toda
perspectiva, no sabes qué es lo que sube, ni qué baja, no sabes…
pero tampoco deseas saber. Es tan complicado como doloroso, es una
experiencia totalmente inolvidable.
Entonces llegó el
11, y empezaste por robarme las musas, las secuestrastes hasta hoy,
quizás sin quererlo, quizás dejándonte yo.
El miedo cuando
tenía que desaparecer se acrecentó, es terrible. El vértigo parece
volarte la cabeza, estás tan arriba que las nubes te vacilan sin
parar. Un carrusel de emociones imposible de parar, imposible de
atender.
El cansancio es
extremo, la fatiga se apodera, desistes, te das por vencido, quieres
desaparecer. Estamos muertos en vida una y otra vez. Es imposible
saber como la muerte te ayuda a seguir vivo.
Y aquí seguimos,
muertos, vivos, pero contigo. Ahora entiendo el porqué de mi
sonrisa, ahora entiendo porque mi padre y mi madre me la dibujaron,
ahora entiendo porque no nos cansamos de querértela dibujar.
Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario