El día que sepa escribir no me importará que me leáis. Mientras tanto, tomaros esto como una acumulación de sentimientos.
Ni quiero, ni puedo, ni debo. Ni lágrimas me quedan, ni cabreos, ni aliento.
De tanto sangrar, mi corazón aprendió a no respirar, a esquivar sin mirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario