Tengo miedo a la soledad
y a no poder estar solo.
Miedo a cada momento que recuerdo haberte perdido,
a esa calurosa tarde de primavera, a esa llamada telefónica,
miedo a todo el frío de después,
miedo a los lloros y a los lamentos,
miedo a esa imagen que se clavó en mi cabeza,
miedo al olvido y a todo esa tristeza.
También tengo miedo a la repetición de aquella tarde,
a saber que algún día volverá a pasar,
a saber sin equivocarme.
Tengo miedo de pensar, de imaginar, de suponer, de intentar
averiguar,
es un miedo infinito, que paraliza.
Necesito balas, tiempo, papel y compañía.
Balas para ahuyentar ese miedo,
tiempo para saber que no lo necesito,
papel para contártelo y producir cenizas,
y compañía para seguir estando vivo.
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