Tus batallas, tus guerras.
Son tus batallas, tus guerras; no las mías.
Nunca me obligues a ser soldado.
Lo que sientes, vida o muerte,
tan solo puede ser un murmullo en mi odio.
No te equivoques:
jamás estaré obligado a luchar
en una guerra que ahora no me viene bien.
¿Serías capaz de salir de tus trincheras
y tirarte de cabeza en las mías?
¿Serías capaz de esquivar las balas de mis enemigos?
¿Serías capaz de entender que tu guerra —
la más importante del mundo,
la más importante de la historia —
no pasará de ser una hoja más en mi atormentado otoño?
Respeta las guerras de cada uno: libra tus batallas.
No te equivoques de enemigo.

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