Para eso están los balcones en primavera,
para contar historias, mientras los gorriones soplan velas
hay quien se dedica a ver películas sobre la acera...
Y ahora también me entretengo encarándome con las nubes
hablando con las macetas, esperando contestación o rompiendo platos
guiñándole un ojo al sol mientras me rasco la cabeza para cerrar algún trato.
Y se escucha a lo lejos a princesas cansadas de príncipes tatuados
y a sus pisadas por el mercadillo de los viernes dejando atrás el Rabal
buscando bolsos para guardar todos los besos que ya no darán jamás.
Las pocas chimeneas que quedan a la vista dejaron ya de fumar
antenas oxidadas, toldos descoloridos, no me gusta la leche con miel
a veces me agarro fuerte la barandilla y sueño con que todo va ir bien.
Quisiera poder abrazar todo aquello que mis ojos abarcan
porque es mío y lo quiero, aunque este sucio, viejo y roto
porque es mío y yo siempre quise estar un poco loco.
No pido que me saluden al pasar, ni me dediquen un adiós
no quiero gestos forzados, ni falsas sonrisas, ni horas de misas
tan solo pido que me dejen andar con el viento detrás, sin prisas.
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